lunes, 28 de mayo de 2018



     ¿Qué es la literatura? A primera vista, parece muy fácil contestar a esa pregunta y es que, tanto mis compañeros como yo, nos aventuramos velozmente a darle una respuesta. Se oyen cosas como:
  • Los libros, claro.
  • Todo lo que está escrito.
  • Todo lo que leemos en nuestra vida diaria.

     Y así, un largo etcétera que, al cabo de un tiempo, descubrimos que no eran respuestas correctas. Después de comentar durante varios minutos las aportaciones que habíamos hecho, deducimos que todo aquello que sea un texto escrito no tiene por qué ser literatura, ¿Acaso son literatura las instrucciones de un microondas? ¿Y el enunciado de un problema del libro de matemáticas? Sabemos que no, pero no llegamos a comprender del todo el porqué. Intuimos que algo tiene que ver con el placer de leer, con el hecho de elegir un texto para disfrutarlo y emplear nuestro tiempo libre en él… ¿Hay alguien que pueda disfrutar de la lectura de las instrucciones de la lavadora? Puede que por ahí fueran los tiros.

     Seguimos dándole vueltas al concepto y, con ayuda de nuestra maestra, decimos que:
  • La Literatura es el arte que utiliza como instrumento la palabra. Es decir, su finalidad es artística y poética.

     Por extensión, también se considera literatura a:
  • El conjunto de producciones literarias de una nación, una época o incluso un género (literatura griega, literatura del siglo XVIII, literatura fantástica…)
  • El conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, jurídica…).

     Finalmente, sabemos que la Literatura es estudiada por la teoría literaria.

   Combinando estas consideraciones con nuestras ideas previas, nosotros extraemos una serie de conclusiones que nos llaman la atención. Para mí, la más importante se resume en una frase que caracterizaría muy bien el concepto de  Literatura y que nos ayudaría finalmente a definirlo por completo.

        
     La cosa empieza a ponerse complicada. Todos estamos de acuerdo en que la Literatura es un arte, pero si el arte es un fin en sí mismo… ¿Por qué en la escuela se utiliza siempre la literatura para aprender o para conseguir algo? ¿Puede que estemos haciendo un mal uso de la Literatura por no haber comprendido exactamente qué es lo que significa? ¿Es quizás este el motivo por el que a los niños no les gusta leer?

     Estamos acostumbrados a utilizar los textos literarios con una finalidad determinada, generalmente moralista (enseñar valores, aprender conductas saludables…) y no nos damos cuenta de que nuestros alumnos lo que quieren es pasárselo bien y disfrutar mientras leen. Seguramente, para ellos es más guay que leamos Las Princesas también se tiran pedos antes que un cuento sobre cómo cepillarse los dientes.

     Depende de cómo nosotros acerquemos la Literatura a nuestros alumnos, los convertiremos, de acuerdo con la clasificación que hace Pedro Salinas, en leedores o verdaderos lectores.

     Así, los Leedores son aquellas personas que se enfrentan a los textos por necesidad u obligación (como cuando realizamos en clase esas torturadoras lecturas mecánicas que nosotros mismos hemos sufrido en la escuela cuando éramos pequeños alumnos de Primaria), mientras que los Lectores son… Es preferible que cite las palabras de Salinas para explicar qué es lo que él considera un Lector real:

     ‘’Se define el lector simplicísimamente: el que lee por leer, por el puro gusto de leer, por amor invencible al libro, por ganas de estarse con él horas y horas, lo mismo que se quedaría con la amada; por recreo de pasarse las tardes sintiendo correr, acompasados, los versos del libro, y las ondas del río en cuya margen se recuesta’’.

     Finalmente, un video de Felipe Zayas, catedrático de la Universidad de Valencia, termina de aclararnos el concepto.

     Zayas establece una clara diferencia entre la Educación Literaria, que la relacionaríamos con esos Lectores de verdad de los que hablaba Salinas, y la Enseñanza de la Literatura, es decir, ese cúmulo de títulos, autores, fechas, que estamos acostumbrados a memorizar y que nos convertirían en vanos Leedores.

  • La Enseñanza Literaria coincide con la visión tradicional que tenemos del uso de la literatura en la escuela. Todos mis compañeros estaban de acuerdo en que nuestro contacto con los textos literarios durante toda nuestra educación básica se resume en conocer el nombre de determinados autores, fechas de publicación, títulos de sus obras… Todos conocemos a Lope de Vega, sabemos el año y el lugar en el que nació y cuantas obras escribió, pero no nos han presentado a La Dama Boba. Si desde la escuela, fomentamos que la literatura consista en aprender datos biográficos de los autores, memorizar acontecimientos históricos y realizar pruebas de evaluación sobre algún texto impuesto, no estamos acercando la literatura a los alumnos, por el contrario, estamos haciendo que huyan despavoridos cuando esta se les acerque y, cuando se encuentren con algún texto entre sus manos y no tengan escapatoria, solo será mediocres LEEDORES.

  • Como reacción al concepto de Enseñanza de la Literatura, aparece la Educación Literaria. Apoyada por la legislación actual, la Educación Literaria trata de acercar la lectura a los niños no por obligación sino como fuente de ocio y disfrute personal. La Educación Literaria consiste, más que nada en leer, pero no de forma mecánica y monótona, consiste en pasárselo bien mientras leemos, en elegir libremente qué es aquello que nos atrae y qué lectura queremos consumir. Si lo hacemos así, seremos capaces de disfrutar de La Dama Boba para, más tarde, conocer a Cervantes, y no al revés. Cuando nuestros alumnos sean capaces de consumir literatura por puro placer, porque les engancha, porque se han dado cuenta de que los libros no son aburridos sino un camino abierto a multitud de mundos que no conocen, entonces, habremos conseguido nuestro objetivo: crear auténticos LECTORES.

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