viernes, 25 de mayo de 2018



1. EL PAPEL DE LA LITERATURA EN LA LEGISLACIÓN ACTUAL (Práctica grupal y Reflexión personal)    
     Si nos preguntan por el respaldo de la ley a la educación literaria, la respuesta parece un tanto difícil de responder porque, desde nuestra perspectiva como alumnos de prácticas y futuros maestros, hemos observado que el contacto que los alumnos mantienen con los textos literarios es reducido en las aulas. No obstante, lo que no tenemos claro es si esta situación se deriva o no de las leyes que regulan nuestro sistema educativo. Para salir de dudas, recurrimos al documento de mayor concreción curricular, la Orden Ministerial ECD 686/2017.

     En el anexo I de dicho documento encontramos la definición de las diferentes materias que los alumnos de Educación deben cursar a lo largo de su escolarización básica. Por autonomasia, si queremos atender al tratamiento de la literatura, nos dirigimos directamente a la materia de Lengua Castellana y Literatura. 

    La legislación considera que el fin principal de la materia es desarrollar la competencia comunicativa en todas sus vertientes: pragmática, lingüística, sociolingüística y literaria. 

     Alejándonos de la idea de la literatura como un recurso para fomentar la lectoescritura, los alumnos deben enfrentarse a diferentes tipos de textos literarios, variados en temática y complejidad que les permitan desarrollar su pensamiento crítico, capacidad de reflexión y potenciar los hábitos lectores desde edades muy tempranas, implicando a toda la comunidad educativa: alumnos, familias y profesores. 

     Para fomentar estos hábitos, tendremos que desarrollar estrategias de comprensión lectora, apoyándonos en los recursos disponibles como la biblioteca escolar y planes de centro como el Plan Lector. Pensemos que la forma en la que, como docentes, acerquemos la literatura a nuestros alumnos influirá profundamente en la idea de la Literatura como fuente de ocio y disfrute, que se extienda más allá de los límites del aula. 

     Concretamente, la Educación Literaria supone el bloque cinco del área de Lengua Castellana y Literatura. Lo que se pretende es que el niño, a través de sus gustos personales, desarrolle un interés hacia el mundo de la literatura.  

      Como grupo, pensamos que la legislación educativa propone un tratamiento para la Literatura en el ámbito escolar adecuado y ofrece a los docentes la flexibilidad suficiente para poder utilizarla como un recurso atractivo para los alumnos. Lo que ocurre realmente es que en los centros escolares se priman otros aspectos como los meramente lingüísticos o los matemáticos y nos olvidamos de que la escuela no es solo un lugar de instrucción sino un espacio de aprendizaje en el que los alumnos deben desarrollarse íntegra y plenamente como personas, incluyendo aspectos culturales, sociales, personales e intelectuales y académicos.

     Cuando comparamos nuestras ideas con las del gran grupo, nos encontramos con que coincidimos en muchas de ellas, pero hay aspectos acerca del tratamiento de la literatura que se nos han escapado. 

     Mientras hablamos acerca de cómo utilizar la literatura en el colegio, empezamos a ver que la Educación Literaria hace referencia a los textos como una expresión cultural y un producto artístico y se aleja del concepto de la lectoescritura en el que se amparan muchos docentes para realizar lecturas mecánicas que requieren una menor planificación y organización del aula. 

     Tenemos que tener en cuenta que el objetivo principal de la Educación Literaria no consiste en leer más o menos palabras por minuto, sino en fomentar hábitos lectores que permitan a nuestros alumnos disfrutar con el arte literario. 

     Hablamos entonces de potenciar una lectura libre y voluntaria. Convertir a nuestros alumnos en lectores implica que sean capaces por ellos mismos de seleccionar un texto que les atraiga, que les guste y con el que se lo pasen bien. Para conseguir alcanzar estos hábitos, es necesario que los alumnos sean quienes decidan qué quieren leer y cómo quieren leer porque ellos son, al final, quienes van a crear sus propios hábitos.

     Como punto de partida para fomentar estos hábitos, tanto a nivel de aula como a nivel de centro, los profesores podemos valernos de una serie de estrategias que estén apoyadas e impulsadas a través del Plan Lector del Centro, el documento principal al que tenemos que dirigirnos si necesitamos directrices acerca de cómo trabajar la literatura con nuestro grupo-clase. 

     El Plan Lector es un documento de reciente creación y al que los centros están prestando mucha atención porque parece que comenzamos a darnos cuenta de la necesidad de crear apasionados lectores y fomentar la . No obstante, aún nos queda mucho por andar en el campo de la Educación literaria y somos nosotros, los futuros maestros, los que podemos hacer algo para cambiar la situación actual…. ¡Manos a la obra!

Realizado por: 
Álvaro Moreno Galán 
Adil Paniagua Qaroua
Ignacio José Sánchez Illescas 
María Villatoro Domínguez.

2. LA BIBLIOTECA ESCOLAR
Si nos paramos a pensar en cómo son las bibliotecas de los centros en los que hemos realizado nuestras prácticas, surgen palabras como antigua, aburrida, clasificada por edades… Realmente, la biblioteca no debe ser nada de eso, tiene que ser el centro de difusión de la cultura y expansión de la Literatura a todos los rincones del centro.

     Para hablar de la biblioteca escolar,  me gustaría recordar cómo es la biblioteca del centro en el que he realizado mi Practicum I y en el que cursé la Educación primaria y la Secundaria. Se trata de un habitación situada en la planta baja del colegio, al fondo de un pasillo que casi no tiene iluminación. El habitáculo es cuadrado y no muy espacioso, las estanterías son de madera color pupitre y acumulan libros a los que se les da poca utilidad en el centro. Es una zona que pasa desapercibida y que no incita a fomentar la lectura.

   Partiendo de ese punto, entendemos que las bibliotecas no tienen que ser almacenes de libros sino un lugar mágico de encuentro con los libros. En ellas, se tienen que realizar numerosas actividades que van desde las más simples (Prestar libros) a las más lúdicas y complejas (Cuentacuentos).

     En el capítulo 7 de su libro Literatura infantil: claves para la formación de la competencia literaria, de Amo nos da una serie de pautas para la formación de la biblioteca escolar y es que no es fácil conseguir que nuestro centro disponga de una buena biblioteca. Para conseguirla, tenemos que ir dando pequeños pasitos.

     Lo primero es entender que la biblioteca debe adaptarse a las necesidades, gustos y diversidad de nuestros alumnos y, una vez recopilados los libros adecuados, el siguiente paso es ordenarlos. En clase, comentamos que lo mejor sería seguir las indicaciones del CDU (Clasificación Decimal Universal), tal y como lo encontramos en las bibliotecas habituales pero adaptado a los niveles más básicos. En nuestra biblioteca municipal, concretamente, encontramos la margarita de colores.

     Además, algunas ideas más que queremos destacar son:
     - Acceso a recursos multimedia y ordenadores que nos permitan reproducirlos.
     - Acotación de espacios destinados a talleres y rincones.


    Teniendo en cuenta estos puntos y muchos otros que fueron surgiendo en clase, podemos decir que la Biblioteca pública de Ceuta está bastante bien adaptada a las necesidades de los niños tal y como demuestran las siguientes fotografías:


  

    
Sin embargo, a pesar de que la biblioteca pública ofrezca unos servicios excelentes, las estanterías de muchos centros educativos no siguen el mismo ejemplo y están bastante más atrasadas. Tal vez, nosotros seamos capaces de convertir los almacenes escolares en verdaderas bibliotecas. Tendremos que esperar un par de años para saberlo.

3. LA ANIMACIÓN A LA LECTURA
     En cuanto a la animación a la lectura, digamos que ha sido un tema que hemos tratado de forma transversal a toda la asignatura. Casi todos los días surgían dudas acerca de cómo leer este o aquel texto, qué podemos hacer para que los niños lean, qué es lo que estamos haciendo mal...

     La animación es un concepto que resulta muy difícil de definir y me parece muy acertado cómo Jose Manuel del Amo lo hace a través de la vía negativa, es decir, definiendo aquello que no es animación a la lectura. Así, lo demás será animación.

     Después de casi todo el semestre, entendemos que conseguir que un niño disfrute de la literatura no viene unido a la obligación sino a la libertad de elegir por sí mismo. Tampoco incitan a la lectura los actos esporádicos y anecdóticos como la celebración del Día del Libro o el aniversario del nacimiento de Góngora, esto son simplemente actividades lúdico recreativas sobre un personaje histórico o una estética determinada pero, si no se realizan adecuadamente, no estarán necesariamente ligadas a la idea de Educación Literaria. Es decir, no nos sirve de nada llenar el centro escolar de dibujos de Cervantes si no hemos conseguido que nuestros alumnos hayan leído el Quijote que, a pesar de lo que puedan pensar algunos docentes, tampoco lo deberíamos considerar una lectura apropiada para nuestros niños.

     Las estrategias de animación a la lectura van más allá de todo eso, consisten en hacer que la literatura pase a formar parte de la vida diaria del niño y que este desarrolle hábitos lectores para su día a día. Nos gustó mucho un proyecto que nos enseñó nuestra profesora en el que un centro educativo de la Península había llenado uno de los pasillos con sofás hechos de colchonetas para que los alumnos leyeran y vieran que los libros son elementos cotidianos y habituales. Esta propuesta, por supuesto, debe estar respaldada por el PEC y el Plan Lector del centro.

     Con este ejemplo, lo que quería nuestra maestra que viéramos es que no necesitamos hacer grandes cosas ni espectáculos para que los niños quieran leer. Es mucho más sencillo y consiste únicamente en ofrecer al alumno una variedad de libros que estén a su disposición para que, voluntariamente, se acerque a ellos y los descubra.

     De lo que sí podemos echar mano es, por un lado, de nuestra biblioteca particular de aula o de centro y, por otro, de las diferentes formas que hay de leer y de la diversidad temática. Existen muchas técnicas de oralización de textos escritos que podemos aprovechar: lectura en voz alta, recitación, canto, dramatización... y todas ellas ofrecen multitud de posibilidades en cuanto a agrupamientos (individual, por parejas, grupal...) o metodología (con instrumentos, con diálogos, en tertulias...).

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